Eva había dicho que iba a hacer los deberes, pero tras una hora
encerrada en el estudio, su madre la encuentra hablando por el Messenger
con cinco o seis conversaciones abiertas, entre ellas la de Supermask.
Y empieza la bronca de cada día, pero Eva no lo puede evitar. En el
instituto, Elisenda y sus amigas las Tiburonas le hacen la vida
imposible, y todo el mundo la ignora, incluido Ernesto. En cambio, en la
red todo es distinto, porque en los chats encuentra la válvula de
escape que necesita, y es querida y popular. Todavía no es consciente
de los peligros que le esperan.
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