¿Quién compra un rinoceronte? es un clásico de 1964 que,
con una propuesta estética muy sencilla a base de dibujossin colorear,
sorprende y cautiva por su sentido del humor,
su frescura y la habilidad de Shel Silverstein para plantear argumentos
divertidos y disparatados bajo una aparente seriedad. Ni el perro, ni el
gato, ni el canario, ni los peces son ya la mascota ideal, sino un
orondo rinoceronte, cuya presencia en el hogar aportaría múltiples
ventajas (y algunos inconvenientesque el autor pasa por alto con
generosa indulgencia).
Destaca la traducción de Miguel Azaola que, respetando la rimade la
versión original, no solo reinterpreta con ingenio el texto
de Silverstein, sino que además mantiene la estructura en verso.
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