Nacho, que nunca se aburre, es un explorador de la vida y, desde que era
más pequeño que un renacuajo, igual se percata de los detalles, que es
capaz de hacer de una vulgar gripe una sucesión de acontecimientos. Eso
sin contar que es amigo del Ojalaque, de Rafa la jirafa, o de Chus, el
fantasma. A Nacho, como al abuelo Tomás, le parece que sin imaginación no se puede ir ni al dentista. Mucho menos, enamorarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario