Pepino piensa que convirtiéndose en valiente caballero será
digno del amor de la princesa Rigoberto. Después de muchas andanzas y
aventuras en las que va sacando de apuros a cualquiera que le salga al
paso, Pepino llega al castillo con una pinta estrafalaria y poco
caballerosa; no consigue trofeos de guerra, pero su bondad y generosidad
tendrán felices consecuencias.
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