lunes, 14 de diciembre de 2015

Prohibido leer a lewis Carroll


En la nueva obra de Diego Arboleda y su fiel ilustrador Raúl Sagospe, la primera responsabilidad de la joven institutriz francesa Eugéne Chignon es evitar a toda costa que una niña llamada Alice sepa que la verdadera Alice Liddel, de 83 años, la auténtica Alice que inspiró a Lewis Carroll para el personaje de Alicia, se encuentra en su ciudad por invitación de la Universidad de Columbia. Los padres temen que la irrefrenable pasión de la niña, que se viste y peina como el personaje, y busca al conejo blanco en el jardín de casa, estropee el homenaje que el Comité de Excelencia de Eventos de la universidad prepara con la anciana como protagonista.

A partir de este momento, la historia irá avanzando a través de una serie de situaciones divertidas, curiosas y en las que reinan las coincidencias y el sinsentido. Personajes disparatados, como salidos de un cuento del propio Lewis Carroll, se cruzan en la tarea de esta joven institutriz cuya principal característica, además de su cabellera pelirroja y su alegre sonrisa es, parafraseando a Arboleda, su irrefrenable capacidad para provocar desastres. Allá donde va, Eugéne Chignon tropieza, empuja a otros, obstaculiza, choca, cae y deja caer todo lo que toca. Sin duda, es «un poderoso imán para el caos».

Con Prohibido leer a Lewis Carroll, la narrativa para jóvenes de Diego Arboleda nos sorprende una vez más. El acento que hasta aquí podíamos observar en los entornos y espacios, con los fantásticos escenarios azules de las dos entregas de Mil millones de tuberías, y el poderoso Balneario de Melancólicos, con sus verdes jardines laberínticos, de Papeles arrugados, ahora se pone, en mayor medida, en los personajes y sus características especiales, donde abunda el sinsentido que divierte e invita a seguir leyendo.

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